Objetivo, Metas, Propósitos

Bienvenido Otoño. ¿Te atreves con el desapego?

Ya estoy de nuevo mirando por la ventana, me quedo absorta viendo el tronco del peral, las hojas y las peras que hay por el suelo y las pocas que quedan en el árbol. Pienso que he de hacer compota, no se pueden desperdiciar, aunque darles un buen mordisco también me gusta, bueno me gusta mucho más, siempre y cuando conserven ese punto de verdor, esa dureza que provoca ese ruidito al morderlas  y lo suficientemente maduras para que se me caiga el jugo por la comisura de los labios.

De vuelta del jardín a mi ordenador, con la pera en la mano, disfrutando del fruto semi maduro. No es el prohibido, no es una manzana, esta vez me como una pera y no por ello dejo de disfrutar. Afortunadamente también encuentro placer en lo permitido, menos mal, eh? Pero hoy no quiero hablar de lo prohibido, no,  quiero comentar no sólo el placer de lo permitido sino incluso de lo muy recomendable.

Hoy mirando el árbol a través del cristal me he acordado que ayer comenzó el Otoño. Me encanta esta estación, por el colorido del paisaje, por todas las esperanzas y sueños que encierra el Otoño. Una vez de vuelta de las vacaciones, es como si nuestros sueños y los nuevos proyectos tomaran más fuerza y vuelven a surgir. Se parece al primero de año, «Año Nuevo, Vida Nueva», que todo invita a tener buenos propósitos. Ahora, en esta estación comenzaba el nuevo  año escolar y  arrastramos la costumbre de la emoción de empezar de nuevo, qué más da un año o un curso.

Conversando con una paciente y amiga, que es justo hoy su cumpleaños le comento que sería bueno  encontrar información sobre el significado simbólico del Otoño, y me lee un texto muy bonito que habla de la caída de las hojas, de los paseos por el bosque y lo que más me llama la atención de todo lo relacionado con esta estación es  el desapego. Si, si, el Otoño, entre otros muchos significados, nos recuerda cada año la importancia del desapego.

Como voy a realizar nuevos proyectos, como voy a llevar a cabo alguno de mis sueños, si antes no me he desprendido de viejas costumbres que boicotean mi creatividad. Como voy a comenzar «un nuevo curso» si tengo todavía creencias que me tienen bien sujeta y agarrada, que me impiden avanzar. Como voy a comenzar una nueva etapa ágil, ligera con ilusión y esperanza,  si voy cargando resentimiento,  envidia, soberbia y mucho, mucho miedo.

Me encanta el Otoño, es una maravillosa oportunidad que nos brinda la Vida para renovarnos, para sacudir todo lo viejo o inservible. De nuevo la Naturaleza nos indica los pasos a seguir para estar y ser cada día mejor. Es tan fácil observarla, es tan fácil fundirnos en ella y esperar a que nos hable.

A mí me ha gustado y costado mucho realizar ejercicios de desapego a lo largo de mi vida. Confieso que a veces me he pasado, he llegado a desprenderme con amor de muebles, ropa, personas, lugares, sueños, ilusiones, en fin de todo aquello que sentía era necesario decir adiós. Luego, al cabo del tiempo he ido a buscar alguna cosa y me he vuelto loca hasta caer en la cuenta que le dije adiós en un momento dado. Y es ahí donde aparece la duda, habrá valido la pena? Funcionará esto del desapego? Siempre me acuerdo de mi Barbour, que tanto servicio me hizo y tanto me gustaba, por poner un ejemplo al azar. Bueno pues cuando me invade la duda, paro de golpe y observo mi vida desde aquel momento que me desprendí de algo que realmente sentía desde mi corazón que debía hacerlo.  Se trata de decir adiós con amor y agradecimiento a algo que ya no es imprescindible o que dificulta mi Camino con la esperanza de dejar espacio a lo nuevo. Con la confianza de que la Vida tiene esperando algo mejor para mí. Con la certeza de que hemos venido a este mundo a ser felices y que nos merecemos lo mejor. Que hay una fuerza creativa que nos ama intensamente. No apegarse a las emociones, a las propiedades, a las relaciones conlleva cambios, conlleva un espacio-tiempo de vacío, que asusta. Nuestra idea de seguridad nos engaña haciendo que temamos más al cambio que al dolor, que al sufrimiento, que al aburrimiento o monotonía de una vida sin alegría, sin retos, sin ilusión. Preferimos quejarnos de nuestra situación que hacer algo por modificarla, por el simple miedo a la pérdida de algo conocido, donde nos sentimos mal pero seguros. Sin embargo, una vez experimentado, una vez que nos hemos atrevido a dar el primer paso, la duda desaparece una vez vistos los resultados.

Me ayuda desprenderme de un objeto que simboliza para mí una emoción, una tendencia, una situación de la que me quiero desprender. Hago una especie de ritual y vuelvo a darle las gracias por el servicio prestado hasta ahora. Acordaros que todo es energía y ésta, según dice la ciencia y la con-ciencia, ni se crea ni se destruye, se trasforma y esto es lo que pido a la Vida, una trasformación, una renovación de mi misma, de mi vida. Una ayuda para seguir evolucionando, para seguir el Camino, mi Camino hacia la plenitud, hacia la serenidad, hacia la Unidad, hacia el Amor.

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