La buena comida como el buen vino se saborea lentamente, se van descubriendo los diferentes aromas, sabores, la sinfonía del gusto. En la vida pasa algo muy parecido, a ritmo lento, vas viendo, sintiendo, entendiendo, aceptando e integrando la musicalidad de cada evento o suceso acontecido, hasta vibrar en armonía contigo misma y con el entorno.
Una nota te lleva a otra. Un instrumento da paso al siguiente, puesto que interpretamos una sinfonía y ninguno es más importante que otro porque todos formamos parte de esa orquesta universal perfectamente dirigida.
Este verano he tenido la suerte de asistir a varios conciertos maravillosos. Sin esperarlo, es como si me hubieran invitado a la Semana de la Música. De tanto en cuanto se organizan festivales, donde tienes la oportunidad de asistir a varios conciertos fuera de lo habitual y este ha sido el caso que hoy quiero compartir.
El regalo que el verano ha traído a mi vida. Los primeros frutos maduros, cerezas, peras de San Juan, que tanta ilusión me hacía de niña coger del árbol porque significaba que las vacaciones, estar en el campo, la libertad habían llegado, me ha recordado lo que este verano estoy viviendo. Curiosamente, me iba al pueblo a veranear con mis abuelos por San Antonio, el 12 ó 13 de Junio. Dejar la ciudad, el colegio, los coches, los edificios, el ruido e ir a Covides, era tomar contacto con la esencia de la vida, con lo básico y primordial para vivir y ser feliz. Al entrar en la casa, olía a verano con todo lo que implicaba la palabra Verano. Los abuelitos y la tía Mari me mimaban, me contaban historias de la guerra, pasaba de estar en una casa donde era la séptima y pequeña a ser la única niña de la casa. Me enseñaron a jugar a las cartas y celebraban todos mis triunfos. Me dejaban salir del jardín, de la delantera e ir a buscar a mis amigos del pueblo con quienes jugaba, acompañaba con el ganado, me metía en la cuadra a ver las terneras, corríamos a través del trigo e imaginábamos que estábamos en el mar nadando. Las espigas eran de nuestra altura, así que la edad rondaría por los 6 años? Es igual la edad, lo he vuelto a experimentar¡¡
Este año, para antes de San Juan, ya había empezado a vivir una serie de sensaciones que inundaban mi alma, mi ser, de felicidad, de gozo. Lo he titulado, el reencuentro, porque está siendo volver a encontrarme con personas que hacía tiempo no veía, y con personas que en esta vida no habíamos coincidido aún, pero que ha llegado el momento de volver a contactar. La alegría del rencuentro ha sido infinita, risas, abrazos, compartir experiencias, intercambiar información.
Ver por primera vez a una persona y saber por nuestras miradas que nos conocemos de siempre, madre mía¡ que emoción. Y entre risas, decir, «Ya era hora».
Este verano está siendo una lluvia de información, de aprendizaje, de diversión, de retos y confrontaciones conmigo misma, de integración, de descubrimientos y alegría. Está siendo un verano como «los de antes», cuando era una niña llena de ilusión, que según me despertaba sabía que algo maravilloso iba a ocurrir, algo nuevo, desconocido. Poder vivir la aventura diaria sin la presión de los horarios, conectando con mi propio ritmo, es un verdadero placer.
Estoy pasando unas vacaciones sensacionales, si, sensacionales de sensación, de vibrar con la Naturaleza salvaje, con las personas maravillosas que la Vida ha puesto en mi camino y que me ha traido a lugares divinos. Donde he podido apreciar con mis propios ojos, como la Vida surge de las cenizas. Pisar lava y ver la Fuerza de la Vida brotando en forma de flor, de arbusto o de árbol ha sido la confirmación de mi propia vida de como todos somos capaces, gracias a nuestra Energía Vital de resurgir de nuestras propias cenizas, como el Ave Fénix.
Vibrar con la Vida, bailar al ritmo de nuestro corazón, fluir con los acontecimientos es introducirte en la gran Sinfonía del Universo, sintiéndote parte de la gran Orquesta Universal está siendo el regalo de «fin de curso».
Mi corazón estalla de agradecimiento, de alegría y de confianza. Vivo el instante y recojo los frutos maduros, la cosecha de todo un año. Gracias a todos los que habeis participado de este Milagro. El milagro de el reencuentro con, por supuesto¡ también conmigo misma, con mi ser.
Mª de Lourdes
Me en encanta el reencuentro, transmite energia, vitalidad y buenas vibraciones ! Que importante es escuchar el sonido de nuestro corazon, vibrar con el regalo de la vida y ser agradecido ! Gracias