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Un beso

La estancia en Barcelona me ha vuelto a conectar con personas fundamentales en mi vida, que me siguen enseñando, dando información y a retomar mi nombre completo. Hace años que me explicaron la importancia del nombre que tenemos cada uno de nosotros, lleva una energía, una información, es decir, que no es casual. La verdad es que hice caso pero sin estar del todo convencida. Si, firmaba con mi nombre completo pero nada más. Lo dejé, como otras muchas cosas en el cajón de los recuerdos.

El caso es que me vuelvo a encontrar con lo mismo, entre risas me recuerdan este tema. No me acordaba de todas las explicaciones, sólo que era la energía femenina el María de mi nombre, lo que estaba suprimiendo. Así que vuelta a empezar, comienzo a decir a los de mi entorno que por favor, me llamen Mª de Lourdes.

( Aprovecho ahora también para señalar que el blog cambiará de nombre, dejaré de utilizar seudónimos, y se llamará Mª de Lourdes. Como no se cómo se hace, haré uno nuevo igual que éste pero con mi nombre completo).

Otra información que me dan es el Ho’oponopono, Pero no sabes lo que es el Ho’oponopono? Pues no, no había oído hablar de eso en mi vida, y me explica una maestra y amiga, Mª del Carmen Boira, la que me enseñó la Técnica Metamórfica, la que me ayudó catalizándome a seguir mi camino, a ganarme la vida y poder dar el salto y cruzar el charco. Sin pensarlo, voy en busca del libro, además escrito por otra querida amiga, Mª del Carmen Martínez Tomás, que me ofreció compartir su despacho, mi primer despacho como terapeuta en Barcelona. Lo empiezo a leer y al mismo tiempo comienzo a practicarlo. Alucinante.

Recomienda comenzar por los padres y ahí voy yo, comienzo con mi papi y con mi energía masculina, si la que me viene por parte de los hombres de mi familia, Lo siento, perdóname, te amo, gracias. Decir desde el corazón esas 4 palabras estaba significando mucha información y una paz desconocida.

Desde que llegué de Barcelona me he centrado en ello, toda una semana sin poder parar. Me venían personas, situaciones, veía la TV, las noticias y en lugar de juzgar, Ho’oponopono.

El lunes pasado, aparece la necesidad de saber más sobre la importancia de decir mi nombre completo. Es como si necesitara refrescar algo, no sabía bien qué, sobre la energía femenina. Busco en internet a la maestra que me habló por primera vez de la importancia de aceptar mi nombre enterito. Y «la encuentro en Internet», con teléfono para conectar¡¡¡ En la lista de libros publicados había uno que no había leído y ni corta ni perezosa llamo a su editorial. Sorpresa más que agradable, escucho una voz que no es la suya pero me resulta conocida, Rosa María, mujer, pintora valiente que me acuerdo de ella muchas veces. Su cuadro, un bosque de colores vivos está en mi casa. Todo mi cuerpo vibró de la emoción de poder hablar con ella. Le digo lo que busco, lo que necesito porque estoy trabajando mi energía femenina y masculina. Además le comento lo del nombre y me lo vuelve a explicar animándome. Queda en enviarme los dos libros con dedicatoria de Marta Cabeza, la autora.

Aquí quiero apuntar que fue Marta la que hace muchos años me sugirió en uno de sus cursos que volviera con mi madre, que hablara con ella, que la escuchara. Nunca he olvidado aquel viaje que hice para estar con mamá. Me costó un montón encontrar el momento para estar las dos solas hablando y le solté que necesitaba hablar con ella, escuchar sus consejos. Fue maravilloso, hablamos largo y tendido, !qué tiempos aquellos¡ Si, si, Marta Cabeza, la misma que me dijo que mi nombre era Mª de Lourdes, que empezara a asumirlo, sin vergüenzas ni miedos. Después de casi 12 años, vuelvo a recurrir en su ayuda.

Cuelgo agradecida del milagro que acababa de vivir, de la red invisible que nos une y ayuda. Que tan sólo con hacer una llamada encuentro ayuda, apoyo, y la información necesaria para continuar.

Al día siguiente, martes, siguiendo con el Ho’oponopono, recibo un mensaje de mi hermano el mayor. Quedamos para el día siguiente para ir a ver a nuestra madre. He de decir que no le había visto desde 18 años atrás, que se cortó la relación por un serio conflicto familiar. Miércoles, acudo a la cita, fui tranquila, con el corazón abierto a ver a mi hermano y a acompañarle a casa de nuestra madre.

Los libros llegan el jueves, justo el mismo día que acudo a casa de mi madre, corriendo porque se ha puesto mal. En el portal me los entrega el portero y sin necesidad de abrir el paquete lo abrazo y siento que no estoy sola. Hablo con el médico y a esperar, parece que va mejorando. Junto a mi madre, dormidita, me pongo a leer como una loca. Al ver las dedicatorias de Marta, me emociono y les escribo dando las gracias.

Mi madre mejora cada día pero siento unas ganas tremendas de estar con ella. Ya no hace falta, está bien, hasta nuevo aviso, pero me da igual, me hago caso y la voy a visitar cada día. Me acuerdo de la frase de Bert Hellinger Si tienes a tu madre bien integrada en ti, ¡brillarás! O lo que es lo mismo para mí, podré recibir su luz, su legado. Este artículo de la Vanguardia me lo envía mi hija. Es maravilloso, verdad?

Me preguntaba si no era una tontería, venir cada día, sin hacer nada, tiene quien la cuide, la cambie, la mime, yo en su casa, a su lado, hablándola, sin respuesta, besándola, ella  sonríe a veces. Ella está en su mundo y yo a su lado sin hacer absolutamente nada. Hasta la hora de irme, que me despido hasta el próximo día. El tener muchas cosas que hacer no tenía ningún significado ya para mí.

Hoy lunes de nuevo he venido a verla. Ha dormido bien, no está hinchada, está estable. Le saludo y hablo mientras desayuna, le acaricio su cara, mueve su mano, me acerco y me da un beso. !Madre mía¡, no tengo palabras para expresar todo lo que significa ese beso de mi madre y su mano cogida de la mía, lo que me ha trasmitido, lo que me ha hecho sentir.

Ya sólo me queda dar las gracias a Mª del Carmen Boira, Mª del Carmen Martínez, y Marta Cabeza, todos ellas mujeres maestras que me trasmitieron su experiencia, que me han ayudado de nuevo a alcanzar un sueño, quizá el más importante para mí, poder estar junto a mi madre en paz, serena, tranquila, sin necesitar nada, sin prisa, sin angustia, sólo agradecida de todo lo que me ha dado que va más allá de la vida, de todo lo que me ha enseñado y trasmitido. Mi primer y gran maestra. Hoy me ha recibido ella, mi madre, con un beso. Gracias mamá, te quiero.

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