Lou Aster Training

El calcetín

Me he levantado de la cama de un salto, he visto un amanecer maravilloso, sublime. Me he quedado absorta contemplando la Belleza. De golpe, al mover la cabeza del gusto que estaba sintiendo he visto 2 Arco Iris juntos, ha sido la gota que me ha superado, me ha sacado de mi estado contemplativo y me ha llevado a vete tú a saber dónde. Han sido unos minutos sublimes, he perdido mi control, mis límites, supongo que me he fundido con el amanecer, con el arco iris, las nubes, el prado verde, los árboles, qué se yo¡

Gracias, gracias, muchas gracias, el sentimiento profundo de agradecimiento me ha traído de nuevo a la cocina, guauuu que bien me sentía. Mirando de nuevo por la ventana caigo en la cuenta de que amanece cada día, cada día sale la luz, viene la luz de nuevo a iluminarnos. Puf, que gozada, tomar conciencia de que pase lo que pase, amanece, acaba la oscuridad de la noche y vuelve la luz.

Pongo el agua a hervir para mi te y mientras tanto busco mi ropa para ir a bañarme. Cosa extraña, no encuentro un calcetín, lo busco por la habitación y no lo veo. Lo dejo para más tarde pero inquieta, dónde puede estar, si lo dejé ayer noche junto al resto de la ropa preparada, me ducho, hago el te, me visto y vuelvo a buscar el calcetín. Que no, que no aparece. No lo entiendo, vivo en una casa preciosa, pero pequeña, la habitación, muy bonita, pero reducida, dónde puede estar el pinche calcetín, repito cada vez un poco más obsesionada. Quiero trabajar, así que estoy con un pie sin el calcetín que no aparece y me pongo a hacerme el desayuno, mi huevo, tostada, fruta, lo preparo todo, lo saboreo pero con el pie cada vez más frío y más incómoda. Vuelvo a la habitación, vuelvo a mirar por todos lados y sigue sin aparecer. No lo dejo por imposible, vacío  la lavadora y me doy cuenta que ella cobra su tributo por lavarme la ropa y suele quedarse con un calcetín, pero no está ahí. Son esas cosas de los duendes que se encargan de hacer lo que yo no hago, dar un pequeño detalle de agradecimiento. A mí no se me había ocurrido agradecer jamás a la lavadora que me deje la ropa limpia sin yo hacer ningún esfuerzo, así que se ha encargado, por fin, de «darme un toque» hoy, justo hoy y eso que nos conocemos desde hace mucho. Justo hoy, mi habitación, hace exactamente lo mismo, menos mal que caigo en la cuenta. Justo hoy que he tenido unos momentos sublimes al ver el amanecer, que con la mayor naturalidad y espontaneidad ha salido de mi corazón un sentimiento de profundo agradecimiento. Lo pienso, reflexiono, mientras sigo buscando el calcetín como un auténtico sabueso por toda la casa. Qué fácil me resulta agradecer lo sublime, sin embargo, lo cotidiano, lo que vivo como algo natural, como un derecho adquirido, eso no, eso ni tan siquiera soy consciente y claro está, ya están mis amigos los duendes para recordarme que no vale, que la vida no está hecha sólo de momentos extraordinarios. Todo esto, encima de que siempre me he considerado muy agradecida, con frío en el pie, con vergüenza por geta, por considerar que la lavadora, el lavavajillas, la cocina, todo está a mi servicio. Vaya que la energía eléctrica está a mi disposición.

Pues he bajado la cabeza y me han salido las gracias a mi lavadora, a todos los elementos y rincones de mi hogar, a mi habitación maravillosa con esas vistas, a la cocina que cada mañana me presenta el amanecer. No he querido seguir castigando a mi pie con el fresquito y he ido al cajón a buscar otro par de calcetines. Pero antes, como volvía a estar feliz y sintiendo lo mejor que hay en este mundo que es ese sentimiento de agradecimiento, he puesto la música. «Canciones elegidas». Bua… que gozada, «Bailar Pegados», «Le Meteque», (¿?) «No dudaría», mi adorado Antonio Flores… Bailando he ido al cajón y sorpresa… estaba el calcetín perdido. Cómo ha ido a parar ahí, no tengo idea, lo que si os puedo decir que las carcajadas de alegría brotaban de dentro de mí, iban mucho más allá que por el hecho de encontrar al «hijo pródigo», era por la luz que viene cada día a iluminar mi camino de aprendizaje camuflada de mil maneras diferentes, hoy, en forma de calcetín. Por mi parte, sólo, solamente estar atenta.

GRACIAS.

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