Miedos, Desafíos, Retos

!Que loca estoy!

Una de las definiciones más acertadas de la locura viene a decir que  es hacer siempre lo mismo esperando resultados diferentes. La primera vez que lo escuché me entró la risa, claro, con mi imaginación me empecé a imaginar situaciones diversas a cual más ridícula o absurda y las reacciones típicas. Me imaginé los diálogos, las situaciones, vaya que me monté varias películas muy cómicas, como siempre. Pero luego, pensé detenidamente la definición y me dije para mí, «espera un poco, chiquitina, que me parece que te toca un poquito. Aunque solo sea un poquitín, pero te toca, amiga.» Y fue cuando me fui viendo a mí misma no atreviéndome a modificar algo de mis rutinas, de mi imagen, de mi vida, y esperando resultados diferentes. Es decir, cada vez que temía, más que a los cambios, los posibles comentarios y consecuencias que iba a generar aquel deseo o anhelo.

Cada vez que me veo bloqueada la pregunta que me hago es qué me frena a intentar hacer algún pequeño cambio, o modificar algo de mi comportamiento, qué hay dentro de mí que me impide realizar o, al menos, intentar conseguir algo que deseo con todas mis fuerzas, que algo muy dentro de mí sabe que he de hacer. La Vida y mi propia experiencia me llevan a reconocer que, de nuevo, el miedo y la angustia  me paraliza, lo que bloquea cualquier posibilidad de intento. En el momento que dejo de soñar y vuelvo a la realidad me siento mal, inquieta, incómoda, como de genio conmigo misma, en una palabra, insatisfecha.

Y llevaba un tiempo así, recordando tiempos mejores, con una gran nostalgia por el pasado, esforzándome por aceptar mi nueva realidad, intentando buscar distracciones, pero muy en el fondo de mi alma yo sabía que no se trataba de eso, que me sentía mal, insatisfecha con mi vida, realizando un trabajo que no me llenaba en absoluto, a pesar que hice todo lo que estaba en mis manos por convencerme que me gustaba, que no me podía quejar, que las cosas estaban muy mal y yo, al menos tenía trabajo.

Un buen día, después de muchos de pedir ayuda a la Vida, y de numerosas sesiones de terapia, me levanté de la cama y lo vi clarísimo. «Se acabó, me lanzo a conseguir llevar a cabo mi proyecto. Me armo de valor, me aprieto el cinturón y lo intento. No puedo seguir así». Me dije, me voy a volver más loca, deseando cambiar mi vida sin hacer ningún cambio. (!ay la culpa…¡ que nos hace aguantar lo que nos echen, aun a costa de nuestra dignidad)

He de reconocer que siempre tengo alguna persona a mi lado que me apoya, anima y sostiene en momentos decisivos. Pero también es cierto que soy yo la que tengo que tomar la decisión, y que nadie puede vivir por mi, por mucho que me cueste yo soy la única responsable de mi felicidad, serenidad y crecimiento.

Volvió a ser alucinante, como otras veces, desde el momento que tomé la decisión, el universo se puso a mi favor. Me llegaban señales de que tenía que seguir, que iba bien encaminada. Me sentía contenta, animada, mi miedo y angustia estaban conmigo todo el rato, pero no con tanta fuerza como para pararme.

Pero todo lleva su tiempo y yo peco de impaciente, así que, de nuevo, me vuelve a atacar la duda constante de una manera bastante insistente.  La gran pregunta que me ha atormentado siempre, «estaré loca?» Lo que se entiende por orden social, también lo podemos llamar cultura, costumbres o como más me gusta a mí, «sentido común» sólo valora los resultados a partir del dinero o beneficios materiales, y beneficio inmediato. Y por supuesto no es mi caso, un proyecto lleva su tiempo, empezar de nuevo también, así que entro en la guerra entre mi idea y el «sentido común», casi nada.

Empiezo a darle vueltas, duermo mal, inquieta y vuelvo a pedir ayuda a la Vida. Y mira por donde que aparece de la forma menos esperada.  Me siento traicionada por una persona y me duele muchísimo, tanto que no podía hacer nada, salvo dar vueltas mi cabeza al tema. No entendía la razón de su tonta traición, estaba yo llena de rabia y dolor. No podía salir de esa espiral en la que la mente se dispara y no te lleva a ningún sitio. Mi proyecto, mi sueño en esos momentos se esfumaba lentamente porque mi «disgusto y sufrimiento» me impedían seguir adelante.. Así que intenté relajarme, parar esa mente loca y perdonar, pedí, como siempre pido, ayuda para ser capaz de perdonar, no me resultaba nada fácil, enseguida volvía el aguijón de la rabia y vuelta a empezar. Pero la ayuda vuelve a llegar, de golpe,  me  doy cuenta que esa persona tiene tanto miedo, tanta angustia que en un momento de desesperación, igual sin darse cuenta de lo que hacía, fue controlada por sus emociones y me traiciona. Observo su comportamiento y me veo reflejada en ella, es un aviso de que yo estoy a punto de traicionarme.

Doy gracias de inmediato porque esa información me viene al pelo.  esta vez ya no me frena el miedo al que dirán, o el miedo a quedarme sola, sino lo que me estaba intentando boicotear, frenar mi intento, ignorar toda la ayuda recibida, es ! a no ganarme la vida¡ Es más, lo vi clarísimo, cómo es posible que estuviera dudando, cuando  ya tenía la propia experiencia de que cada vez que contra viento y marea me «había hecho caso», me ha ido de maravilla, cada día, a cada instante llegaba justo lo que necesitaba y a veces mucho más. ¡Cuantos regalos me ha hecho la vida!, en forma de hijas, de pareja, de amigos, en forma de libros, de instantes sublimes y mágicos que llevo en mi corazón.

Me veo humana, me veo cayendo otra vez en las trampas del ego y para no perder la costumbre, me río de mí misma con una gran dosis de compasión hacia la persona «traidora» y hacia mí misma.

Otra vez, un aparente enemigo, una persona que me hace daño, se convierte en un gran maestro. Otra vez, la Vida se encarga de repetirme que de todo se aprende, se trata solo de querer aprender. Tengo las herramientas, es cuestión de calma y de no tirar la toalla. Sigo pidiendo ayuda para no caer en la locura de querer ser feliz sin  hacer nada para lograrlo. Sigo pidiendo ayuda para no caer en la locura de creer que no existe una fuerza creadora que nos sostiene de muchas maneras. Sigo pidiendo ayuda para no caer en la locura de medir todo por el rasero económico, de creer que la felicidad está en traicionarse a uno mismo a cambio de unas monedas. Si, y sigo con mi miedo, con mi duda, con mi angustia, y con mi fe, con mi confianza y pidiendo ayuda porque soy humana y como tal cuento con emociones y sentimientos, con pensamientos y creencias que entran en conflicto y que pueden volverme loca.

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