Emprender un viaje conlleva un nerviosismo previo. Emoción que anima a la sorpresa. Nos encontraremos momentos de incertidumbre, aparentemente no ocurre nada, sin embargo, con el tiempo y la experiencia se sabe que simplemente se trata de una tregua. Saber descansar, es importante, pasar el rato sin nada que hacer, también; simplemente estar, ser y sentir. Son momentos para controlar la atención, se nos va a su bola, pero intentamos, de nuevo, fijarla en algo concreto, aparecen dudas, luego toda una cascada de sensaciones, sentimientos, recuerdos, anécdotas que, si no se está alerta, te inducen a un loco diálogo mental, pero se trata simplemente de sentir, de observar, de aceptar, sin caer en la costumbre tan arraigada de juzgar.
Os animo a viajar, volver a lugares y descubrir rincones desconocidos. Recuerdos y descubrimiento al mismo tiempo. Atreverse a viajar. Recorrer caminos conocidos y otros extraños.
Volver a lugares que hacía tiempo que no se visitaban abren la caja de la memoria, de los recuerdos que llevan a un viaje por una parte de la vida que casi se había olvidado. El tiempo transcurrido y la experiencia ayudan a comprender, a ver el hilo conductor. Caer en la cuenta, risas, agradecimiento.
«Sanar memoria», sanar pasado, liberar el peso de la mochila y así poder seguir la ruta, el viaje personal, ligera de equipaje.
Os animo a que os regaléis un viaje y a que me dejéis un comentario.